La fábrica de cristal de Dresde se había convertido en un emblema del cambio hacia la movilidad eléctrica dentro del grupo, enfocándose en el ensamblaje del modelo ID.3. Esta planta no solo representaba un avance en el diseño tecnológico, sino que también proyectaba una visión futurista de lo que podrían ser los vehículos sostenibles. La planta se configuró como una pieza clave en la estrategia de electrificación, reforzando la apuesta del grupo por un desarrollo más ecológico y eficiente en la industria automotriz.
Leer noticia completa en El Mundo.




