El Congreso investiga un presunto crimen de guerra en el Caribe tras un ataque del Pentágono en septiembre, que supuestamente añadió un segundo golpe ordenado por el jefe de Defensa, Pete Hegseth, causando la muerte de supervivientes. El almirante Frank Bradley, señalado por ejecutar la orden, niega recibir instrucciones para «no dar cuartel». Las reacciones son dispares: legisladores demócratas critican el ataque, mientras republicanos defienden su legalidad y profesionalismo. Paralelamente, Hegseth enfrenta acusaciones de violar protocolos de seguridad al compartir información confidencial sobre Yemen en un chat de Signal, desatando el escándalo «Signalgate» y costando el cargo al ex asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz. La polémica resalta dudas sobre la operación «Lanza del Sur» en el mar Caribe, vista por expertos y legisladores como de dudosa legalidad, y amplía la brecha entre visiones partidistas en Washington.
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