En 1989, Galicia enfrentó 8.673 incendios forestales, que destruyeron más de 191,000 hectáreas y causaron la muerte de varias personas y animales. En respuesta, la Xunta creó el Servicio de Defensa contra Incendios Forestales, con personal local entrenado y equipado para combatir el fuego. Sin embargo, con el tiempo, la centralización de estos servicios desplazó las acciones comunitarias, dejando a los vecinos más pasivos. En 2006 y 2017, incendios devastadores volvieron a golpear la región, revelando la insuficiencia de las respuestas centralizadas y generando un llamado a la acción comunitaria ante un presente de sequías e incendios agravado por el cambio climático. La necesidad de un «Ejército Civil» coordinado y preparado se vuelve urgente para enfrentar estos desafíos.
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