Las enfermedades cardiovasculares siguen liderando las causas de mortalidad en España, destacando la anticoagulación como herramienta crucial para mitigar complicaciones graves como ictus, embolias pulmonares y trombosis venosa profunda. La Dra. Lucía Pañeda, cardióloga en Policlínica Gipuzkoa, subraya la relevancia del tratamiento anticoagulante en la prevención de coágulos en pacientes con alto riesgo trombótico.
Este tratamiento es esencial para grupos específicos, como individuos con fibrilación auricular, prótesis valvulares cardíacas mecánicas, trombosis venosa profunda, embolias pulmonares, cardiopatías congénitas, y aquellos sometidos a cirugías ortopédicas riesgosas. Según la especialista, estos fármacos «hacen la sangre más líquida para prevenir complicaciones potencialmente mortales», integrándose en el enfoque de diversas patologías cardíacas.
La Dra. Pañeda explica que la monitorización del tratamiento depende del tipo de anticoagulante utilizado. Mientras que los antagonistas de la vitamina K necesitan controles periódicos del INR en centros de salud, los nuevos anticoagulantes orales no requieren evaluaciones rutinarias de coagulación, aunque sí ocasionales pruebas para funciones renal y hepática. Además, los dispositivos para medir el INR en casa brindan mayor comodidad y autonomía a los pacientes, comparándose con los avances en control de glucosa.
La especialista también resalta los avances recientes en anticoagulación con la llegada de nuevos anticoagulantes orales más fiables y con menor riesgo de hemorragias graves. Estos medicamentos ofrecen facilidad de administración y ya cuentan con antídotos para revertir su efecto en emergencias. La inclusión de tecnología en la atención médica, como aplicaciones móviles y telemedicina, ha mejorado el seguimiento de los tratamientos.
Es vital no caer en la automedicación y tener cuidado con las interacciones de fármacos y alimentos ricos en vitamina K, como el brócoli y las espinacas. Asimismo, la cardióloga aconseja reconocer señales de alarma, como mareos, dificultades respiratorias o dolor torácico, y evitar deportes de alto impacto por el riesgo de hemorragias. «La clave es seguir la pauta médica, conocer los riesgos y saber identificar síntomas que requieran atención inmediata», enfatiza.
La Dra. Pañeda concluye que actualmente, gracias a tratamientos más seguros, herramientas accesibles y mejor educación sanitaria, se puede proteger mejor al corazón y reducir de manera significativa las complicaciones asociadas a la anticoagulación, dibujando un panorama más esperanzador para los pacientes que precisan de este tipo de tratamiento.








