La permanencia de una producción sólida de semiconductores avanzados podría ser puesta a prueba por la posible paralización de la fabricación en Taiwán, epicentro mundial de la tecnología de chips. Ante este escenario hipotético, se ha reforzado el debate sobre la diversificación y el aseguramiento de la cadena de suministro, destacando la importancia estratégica de empresas como Intel.
Analistas como Ben Bajarin, de Creative Strategies, recalcan la posición de Intel como una «póliza de seguro» para compañías estadounidenses sin fábrica propia, como Apple, NVIDIA y AMD, en caso de que Taiwán, liderado por TSMC, enfrente una interrupción en su capacidad de producción. Aunque actualmente TSMC es la opción preferentemente debido a su superioridad en nodos tecnológicos, la concentración del riesgo es un tema de creciente preocupación para la continuidad operativa de la industria tecnológica.
Intel, posicionado como un «plan B», enfrenta el desafío de estar a la altura de TSMC en términos de capacidad y eficiencia. La empresa estadounidense necesitaría demostrar rendimientos robustos y competitivos, especialmente en sus procesos 18A y 14A, para ganarse la confianza de las firmas fabless. Esto incluye no solo producción suficiente, sino también costos viables comparables a la referencia establecida por TSMC.
Por su parte, TSMC está emprendiendo acciones para diversificarse geográficamente mediante la expansión de su capacidad productiva en Estados Unidos, un proceso que involucra complejidades multianuales y requiere soporte político y financiero. La iniciativa busca no solo añadir resiliencia, sino también mantener su liderazgo tecnológico.
En el escenario actual, existe un interés geopolítico y comercial por equilibrar la producción de semiconductores. Washington incentiva la fabricación local con subvenciones, favoreciendo a empresas nacionales como Intel que ya están arraigadas en territorio estadounidense y que buscan reafirmar su capacidad como socios fiables para servicios de fundición.
Mientras TSMC sigue avanzando en sus instalaciones en EE. UU., lo cual podría mitigar parte del riesgo sistémico, la existencia de una alternativa robusta en Intel sigue siendo esencial para la resiliencia del sistema, ofreciendo una válvula de escape en caso de crisis geopolíticas significativas.
La capacidad de Intel para establecerse como una opción confiable dependerá de su habilidad para cerrar la brecha en rendimiento y costos frente a TSMC, mientras asegura contratos con grandes compañías fabless. Todo bajo la premisa de que tener una alternativa no es solo prudente, sino crucial para evitar riesgos existenciales en la cadena de suministro global.
