En el vasto universo del aceite de oliva, el aceite de orujo de oliva ocupa un discreto pero crucial espacio como subproducto de la aceituna. Este variante, pese a ser menos conocida, representa un modelo ejemplar de economía circular en España, aprovechando el 80% de la aceituna que no se destina a la producción de aceite virgen y virgen extra. Con alrededor de un 2% de esta parte destinado a la creación de aceite de orujo, este sector sostiene aproximadamente 18,000 puestos de trabajo en 50 extractoras y nueve refinerías, distribuidas sobre regiones como Andalucía y Castilla-La Mancha. Su impacto económico es notable, alcanzando una facturación de 860,2 millones de euros en 2023-2024, con exportaciones a más de 130 países. El resto de la producción se transforma en biomasa, biodiésel, cosméticos y jabones, ilustrando su diversidad de aplicaciones industriales. A través de procesos de refinado, se extraen también compuestos como los fenoles, de gran interés para las industrias farmacéutica y cosmética, reafirmando la relevancia y potencial de este subproducto en el mercado global.
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