En el marco de las tensiones crecientes entre Occidente y China por el acceso a tecnologías críticas, ASML, la empresa neerlandesa que lidera el mercado de equipos de litografía para la fabricación de chips, se encuentra nuevamente bajo un intenso escrutinio. Según una investigación de la televisión pública holandesa, Nieuwsuur, la compañía ha vendido maquinaria a clientes en China, incluyendo a una firma con vínculos con el Ejército Popular de Liberación y a la Shenzhen International Quantum Academy, perdiendo por momentos el control sobre la cadena tecnológica que podría potenciar la capacidad militar de Pekín.
ASML reconoce haber vendido equipos a empresas chinas, pero asegura que todas las transacciones cumplen con las regulaciones internacionales de exportación, ya sea mediante licencias específicas o utilizando tecnologías no sujetas a restricciones. Sin embargo, la controversia resurge en torno a la denominada «tecnología antigua» en forma de sistemas de litografía de luz profunda (DUV), previos a los más avanzados equipos de litografía ultravioleta extrema (EUV).
A pesar de ser considerados obsoletos frente a los EUV, los sistemas DUV aún desempeñan un rol relevante. La avanzada tecnología DUV de inmersión ya ha permitido a SMIC, la principal fundición de semiconductores de China, producir chips en configuraciones tan avanzadas como 7 nm, desafiando las reglas del comercio internacional.
La situación de ASML se complica por la enorme dependencia del mercado chino, que en 2024 representó el 36% de sus ventas, equivalentes a unos 10.000 millones de euros. Este panorama sitúa a la empresa en una encrucijada geopolítica, con Estados Unidos presionando a Países Bajos para restringir aún más el acceso de China a tecnologías clave, mientras que cualquier cerradura del mercado impactaría no solo en sus finanzas, sino en el ecosistema industrial europeo.
En este contexto, las preocupaciones más profundas van más allá de las capacidades actuales de fabricación. La Shenzhen International Quantum Academy, una institución dedicada al desarrollo de tecnologías cuánticas, se erige como un símbolo de las posibles implicaciones de las ventas de ASML, que podrían, indirectamente, reforzar los avances de China en computación cuántica, con amplias repercusiones en criptografía, defensa y comunicaciones.
La controversia refleja un dilema persistente: Europa debe equilibrar la protección de sus campeones industriales con las preocupaciones de seguridad nacional de sus aliados. Los gobiernos europeos enfrentan ahora la tarea de decidir si las reglas vigentes son suficientes o si deben reforzar aún más las barreras comerciales en un entorno donde los límites entre el mercado y la geopolítica se han desvanecido casi por completo.
Mientras tanto, ASML continuará bajo la lupa, cada venta y cada máquina enviada a China serán observadas con atención, en tanto el curso de acción siguiente se define en el delicado terreno de la competencia tecnológica global.
