Durante el siglo XX, la Patagonia argentina fue testigo de la exterminación de pumas, zorros y grandes herbívoros para favorecer la ganadería ovina, lo que permitió la expansión continental de las colonias de pingüinos de Magallanes. Sin embargo, los pumas han regresado tras esfuerzos de restauración, lo que ha modificado el ecosistema y su comportamiento, especialmente en el Parque Nacional Monte León, donde se registran densidades inéditas de pumas. Un estudio liderado por el ecólogo Mitchell Serota revela cómo la presencia de pingüinos, abundantes y fáciles de capturar, influye en la actividad de los pumas, que ahora muestran más interacción social de lo esperado. Aunque los pingüinos son un recurso estacional, la presencia de guanacos ayuda a mantener la alta densidad de estos depredadores. Este fenómeno, similar al de otros depredadores que cazan especies marinas, plantea nuevos desafíos para entender el impacto en el ecosistema patagónico, donde la interacción entre pumas y guanacos es fundamental.
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