Las ballenas, los mamíferos más grandes del planeta, son vitales para el equilibrio de los océanos, aunque sus poblaciones están en peligro debido a amenazas como la caza, la contaminación y el cambio climático. Actúan como ingenieras de ecosistemas, distribuyendo nutrientes esenciales que favorecen el crecimiento del fitoplancton, crucial en la absorción de CO2. Un estudio sugiere que la preservación de las ballenas podría potenciar significativamente el secuestro de carbono. Aunque no sustituye la transición a energías limpias, su protección es esencial en la lucha contra el calentamiento global, tal como resalta un informe del FMI que valora su contribución ecosistémica en millones de dólares.
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