El presidente de Asturias enfrenta una creciente presión política tras la trágica muerte de cinco mineros en Cerredo, hecho que ha provocado la primera dimisión en su gobierno. A medida que crecen las exigencias para más renuncias, el líder regional busca calmar las aguas políticas en medio de críticas intensas y peticiones de responsabilidad por parte de la oposición y los afectados. La gestión de la tragedia ha colocado al gobierno asturiano bajo escrutinio, desatando un tenso debate sobre la seguridad laboral en las minas y la eficacia de las acciones gubernamentales para prevenir tales incidentes en el futuro.
Leer noticia completa en El Mundo.