En la reciente reunión internacional, el intento de avanzar con la propuesta belga sobre la gestión de activos rusos resultó en un rotundo fracaso. La mayoría de los países participantes se mostró reacia a cumplir con las exigencias planteadas por el gobierno belga, lo que limitó significativamente la posibilidad de alcanzar un consenso viable. La falta de apoyo internacional resalta las crecientes tensiones en torno a la política económica y las sanciones, dejando a la iniciativa belga en un limbo diplomático sin fecha clara para un posible avance o resolución.
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