La Comisión Europea ha dado un sorprendente giro en su propuesta presupuestaria para el periodo 2028-2035, retirando el controvertido impuesto a los servicios digitales. Esta decisión, vista como un movimiento estratégico, llega en un momento crucial de negociaciones comerciales con Estados Unidos, evitando así posibles fricciones con la potencia norteamericana.
El impuesto, ampliamente discutido y considerado como un mecanismo para gravar a gigantes tecnológicos como Apple, Google, Meta y Amazon, ha desaparecido del borrador presupuestario. Fuentes internas, reveladas por el medio Politico, destacan que esta retirada demuestra un cambio de enfoque, al optar por no gravar a las plataformas digitales que operan en Europa sin una presencia física significativa.
En su lugar, la Comisión ha propuesto implementar tres nuevos impuestos: uno sobre productos del tabaco, otro sobre residuos electrónicos y un gravamen corporativo para empresas con ingresos superiores a 50 millones de euros anuales dentro de la UE.
El trasfondo de esta decisión parece estar relacionado con las delicadas relaciones diplomáticas con Washington. Analistas señalan que la retirada del impuesto digital podría facilitar un acuerdo comercial transatlántico más favorable y evitar así represalias fiscales unilaterales por parte de Estados Unidos. A pesar de que el borrador aún debe ser aprobado por unanimidad por los 27 estados miembros, la exclusión del impuesto digital deja entrever un cambio claro en la estrategia de la UE.
Entre los más beneficiados de este cambio se encuentra Apple, un objetivo prioritario del impuesto debido a su alta digitalización y su centralización operativa en Estados Unidos. Aunque la compañía todavía enfrenta regulaciones bajo la Ley de Mercados Digitales (DMA), la ausencia de un nuevo impuesto fiscaliza representa un respiro significativo para su situación en Europa.
A pesar de la retirada de esta propuesta, el debate sobre la fiscalidad digital no está clausurado. Países como Francia y España han respaldado esta medida como un mecanismo para equilibrar la tributación entre los mundos digital y físico, buscando que las tecnológicas contribuyan de manera equitativa a las finanzas públicas. Algunos expertos sugieren que podría resurgir si no se logra un acuerdo internacional en el ámbito de la OCDE.
El próximo 16 de julio, la Comisión Europea tiene previsto publicar su propuesta presupuestaria final. Hasta entonces, podrían surgir ajustes de última hora, pero todo indica que el impuesto digital no formará parte del próximo ciclo fiscal de la UE.
La ausencia de este impuesto en la propuesta presupuestaria subraya la complejidad del equilibrio entre política fiscal y diplomacia internacional. Aunque Apple y sus similares obtienen un respiro, el debate en torno a la fiscalidad de las economías digitales se mantiene latente en Europa.