La Comisión Europea ha decidido replantear su postura original sobre la prohibición de vehículos de combustión, prevista para 2035, cediendo a las presiones del sector automovilístico y del Partido Popular Europeo, liderado por conservadores alemanes. En lugar de exigir una reducción del 100% en las emisiones, la nueva propuesta establece un objetivo del 90%, permitiendo así la continuidad de los coches híbridos enchufables. A cambio, las empresas deberán usar acero producido en la UE con bajo contenido de carbono, apoyando a la industria siderúrgica europea. Esta medida ha generado satisfacción en Alemania e Italia, pero ha sido criticada por organizaciones como Greenpeace, que ven en ella un beneficio a corto plazo para la industria europea, pero un riesgo a largo plazo. A pesar de algunas voces en contra, tanto el Consejo de la UE como la Eurocámara muestran un apoyo mayoritario a esta propuesta. Además, la Comisión había flexibilizado previamente regulaciones de emisiones para evitar multas multimillonarias al sector.
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