En pleno auge de la temporada invernal, surge la inquietud sobre la mejor manera de usar la calefacción en el hogar. Especialistas en eficiencia energética y técnicos de calefacción han debatido recientemente las ventajas y desventajas de encender y apagar el sistema frente a mantenerlo a una temperatura constante.
Quienes abogan por el encendido y apagado señalan una mayor eficiencia energética. Diversos estudios indican que apagar la calefacción cuando el hogar está vacío genera ahorros significativos en la factura de energía. Con la ayuda de termostatos inteligentes, es posible programar la calefacción para que se active justo antes de la llegada de los ocupantes, lo que optimiza su uso.
No obstante, existe una corriente que defiende mantener una temperatura constante. Expertos sugieren que el encendido y apagado frecuentes pueden desgastar más los equipos, conllevando mayores costes de mantenimiento y reparaciones a largo plazo. Además, las variaciones de temperatura pueden deteriorar la calidad del aire interior, afectando la salud de personas con alergias o problemas respiratorios.
Otro punto a favor de la temperatura constante es el confort. Evitar cambios bruscos puede resultar más agradable para los ocupantes. Una estrategia intermedia podría ser mantener una temperatura baja y constante durante el día, incrementándola cuando el hogar esté ocupado.
Es crucial considerar el tipo de calefacción. Los sistemas de acumulación son eficientes a temperaturas estables, mientras que sistemas antiguos podrían funcionar mejor con un uso intermitente.
En definitiva, decidir entre encender y apagar la calefacción o mantenerla constante depende de diversos factores, como el tipo de sistema, las preferencias de confort y la economía del hogar. Hacer una elección informada puede ser clave para disfrutar de un entorno acogedor sin elevar demasiado las facturas de energía.
