Las consecuencias de la reducción de personal y recursos en los centros de trabajo se están haciendo cada vez más visibles. En estos lugares, las cartas y notificaciones se acumulan por miles, mientras que solo se cuenta con el 25 por ciento de la plantilla habitual. Esta situación refleja una clara priorización del ahorro económico sobre la salud de los trabajadores y la calidad del servicio público que estas instituciones deben ofrecer.
El impacto en el servicio es evidente. Los carteros, que desempeñan un papel crucial en la entrega de correspondencia y paquetería, se enfrentan a un desafío adicional: la falta de vehículos adecuados para realizar su trabajo. Cuando los coches que utilizan se rompen, el tiempo de espera para su reparación supera los dos meses, lo que ha llevado a situaciones en las que algunas unidades se encuentran sin ningún vehículo disponible para la entrega de paquetes. Esto no solo retrasa la llegada de correspondencia a los ciudadanos, sino que también incrementa la carga de trabajo para el poco personal que logra mantenerse en funciones.
La acumulación de cartas y notificaciones, además de la falta de recursos físicos para el transporte, pone en jaque tanto la eficacia del servicio como el bienestar de los trabajadores que se ven obligados a soportar esta presión. La falta de inversión en los recursos necesarios no solo afecta la operativa diaria, sino que también puede tener implicaciones a largo plazo en la salud emocional y física de quienes sirven en esta labor.
Es fundamental que se reevalúe esta estrategia de ahorro que ignora la importancia de mantener una plantilla adecuada y de proporcionar los recursos necesarios para un desempeño óptimo. La comunidad depende de estos servicios, y es responsabilidad de las autoridades garantizar que se brinden de manera efectiva, priorizando la salud y el bienestar tanto de los trabajadores como del público. Solo así se podrá transformar esta situación en favor de un servicio público que realmente cumpla su propósito.
Fuente: CCOO Andalucía.
