La vida de un chef privado está llena de lujo y desafíos. Profesionales como Pablo Albuerne y Sarah Stothart revelan las complejidades de trabajar para magnates, donde las tareas abarcan desde cocinar hasta gestionar reservas y proveedores. Aunque la sencillez en la comida es el común denominador, la exigencia y la discreción son fundamentales. Los chefs privados disfrutan de grandes ganancias económicas y experiencias únicas, pero enfrentan el sacrificio de vivir al servicio de los caprichos de sus clientes, desde buscar trufas en Piamonte hasta atender demandas de última hora. A pesar de las atractivas condiciones económicas, el trabajo supone una «jaula de oro», donde la libertad personal queda a menudo relegada, lo que lo convierte en una opción temporal más que una carrera a largo plazo.
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