En unas elecciones marcadas por el debate sobre la seguridad, el candidato de derecha ha vencido a su oponente de izquierda radical al obtener el 58,1% de los votos frente al 41,8%. Su triunfo se atribuye a una campaña centrada en la promesa de garantizar la seguridad ciudadana y aplicar políticas de «mano dura» contra la criminalidad, resonando con un electorado preocupado por el aumento de la delincuencia. Este resultado refleja un cambio en el panorama político del país, con los votantes priorizando medidas estrictas para enfrentar los problemas de seguridad.
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