En un movimiento audaz que marca un rumbo diferenciado respecto a otras potencias tecnológicas, la compañía HiCloud, con sede en Shenzhen, ha dado un paso significativo en el desarrollo de infraestructuras innovadoras al establecer un nuevo módulo de centro de datos submarino en Hainan, China. Este desarrollo refuerza la estrategia del país asiático en el ámbito de las tecnologías de inteligencia artificial (IA), en un contexto donde el resto del mundo aún duda de las posibilidades de los centros de datos submarinos tras los experimentos liderados por Occidente.
Contrario al destino del Proyecto Natick de Microsoft, que permaneció en una fase experimental sin convertirse en un proyecto comercial viable, HiCloud apuesta firmemente por estas estructuras marítimas. La instalación sumergida, situada en la ciudad de Lingshui, es una muestra de las capacidades técnicas avanzadas de China en la exploración de soluciones de datos bajo el mar.
Con un tamaño de 18 metros de largo y la capacidad de operar a profundidades de 40 metros, el módulo alberga 400 servidores de alto rendimiento. Este diseño permite procesar hasta 7.000 consultas de IA por segundo empleando su modelo de inteligencia artificial doméstico, DeepSeek. El enfriamiento natural proporcionado por el agua de mar se traduce en un ahorro significativo de energía, mejorando el índice de efectividad de uso de energía (PUE) y otorgando al sistema un perfil de sostenibilidad destacable.
Además de eficientes, estos módulos están diseñados para ser resilientes. Son capaces de soportar condiciones extremas del entorno como terremotos, tifones e incendios, asegurando así su operatividad continua. Según la emisora estatal CCTV, el poder de procesamiento de este clúster submarino se equipara al de 30.000 ordenadores de gama alta, lo que se traduce en un potencial considerable para aplicaciones avanzadas como la formación de modelos de IA, el desarrollo de videojuegos y estudios científicos.
El ciclo de vida de estos data centers abarca desde su diseño y construcción con materiales resistentes, hasta su retiro y potencial reciclaje al finalizar su vida útil, estimada entre 5 y 10 años. Cada módulo es anclado en el lecho marino y conectado mediante cables submarinos a estaciones terrestres desde donde recibe energía y transmite información, optimizando así su operativa.
La infraestructura emerge en un momento de intensa competencia tecnológica global, particularmente con Estados Unidos, y coloca a China en una posición de ventaja con su modelo DeepSeek, que se desarrolla a un costo competitivo en comparación con sus contrapartes internacionales. Al emprender este enfoque, HiCloud permite escalar los servicios de IA de manera efectiva, mitigando los costos tradicionales de refrigeración y energía que demandan los centros de datos convencionales.
El éxito y viabilidad futura de los data centers submarinos dependerá de su capacidad para rivalizar en eficiencia energética y sostenibilidad con las infraestructuras terrestres, que no cesan de evolucionar. En cualquier caso, China ha decidido avanzar con determinación, asumiendo que el océano podría ser el hogar del próximo salto tecnológico en la gestión de datos a gran escala.