La carrera tecnológica global se encuentra en un punto crítico, influenciada por disputas geopolíticas que han llevado a Estados Unidos, Europa y Japón a imponer restricciones sobre la exportación de equipos clave para la fabricación de semiconductores. En respuesta, China ha dado pasos significativos hacia la autosuficiencia tecnológica, anunciando su primer escáner litográfico de haz de electrones de uso comercial y el avance de sus herramientas nacionales de automatización de diseño electrónico (EDA) hacia la producción en masa de memorias DRAM y NAND flash.
El desarrollo del escáner, conocido como «Xizhi», se lleva adelante en la Universidad de Zhejiang, en Hangzhou, y representa un logro notable para China. Con una precisión de 0,6 nanómetros, Xizhi puede rivalizar con los reconocidos escáneres EUV High-NA de ASML, aunque su enfoque de producción, que funciona punto a punto, resulta menos eficiente para la fabricación masiva. No obstante, la tecnología tiene aplicaciones prometedoras para la investigación y el desarrollo, y la experimentación en tecnologías avanzadas.
Además de los avances en litografía, el software también está en el centro de la estrategia de China. Empyrean Technology, conocida como el «Synopsys chino», ha logrado que su plataforma de diseño y verificación se use en la producción masiva por fabricantes como CXMT y YMTC. Ante las crecientes tensiones geopolíticas y las restricciones de exportación de software avanzado, el desarrollo de herramientas propias de EDA se convierte en un elemento crucial para la soberanía tecnológica China.
A pesar de que la autosuficiencia completa aún parece un objetivo lejano, estos pasos reflejan la determinación de China de reducir su dependencia de los proveedores occidentales. El país sigue invirtiendo enormemente en investigación y desarrollo, incluso a costa de la rentabilidad a corto plazo, para alcanzar una autonomía a largo plazo.
La batalla por la supremacía tecnológica representa no solo un desafío económico, sino también político y estratégico. China, al establecer su propio camino, está dispuesto a asumir los costes mientras Estados Unidos, Europa y Japón consolidan sus alianzas. La pugna por el control de la próxima generación de tecnología determinará el equilibrio de poder global en la próxima década, con China avanzando de manera firme, aunque más lenta, hacia su meta de independencia tecnológica.