En un giro que recuerda a las transformaciones industriales del pasado, Samsung y LG, dos colosos surcoreanos del mercado global de televisores, se encuentran bajo un asedio inesperado. Las marcas chinas, encabezadas por TCL y Hisense, avanzan con paso firme, amenazando con desplazar el liderazgo coreano que ha prevalecido durante décadas.
LG Electronics reportó un margen de beneficio operativo del 0,1% en su división de televisores durante el primer trimestre de 2025, atribuyendo esta caída al aumento de costos de los paneles LCD y a una feroz competencia en precios con los fabricantes chinos. Samsung, por su parte, ha optado por medidas drásticas, activando un “modo de emergencia” que implica recortes del 20% en diversas áreas operativas.
El incremento en el precio de los paneles LCD, del 2,9% en los últimos meses, ha golpeado duramente a las empresas coreanas que dependen de suministradores externos, mientras que China controla toda la cadena de suministro, dándole una ventaja estratégica.
Las tácticas de las marcas chinas, combinando beneficios en su mercado local con estrategias agresivas en el exterior, se han visto favorecidas por recientes fallos del Tribunal de Comercio Internacional de EE. UU., que eliminan barreras arancelarias.
Este panorama recuerda a la transición vivida cuando Corea del Sur desplazó a Japón del liderazgo, pero ahora es Corea quien corre el riesgo de ser desbancada. Aunque Samsung y LG siguen apostando por tecnologías avanzadas como el OLED y QD-OLED, enfrentan una presión intensa en los segmentos medios y bajos del mercado.
El futuro de la hegemonía en la industria televisiva está en juego. China parece estar en camino de convertirse en el mayor exportador mundial, y si Corea del Sur no actúa con rapidez, podría perder un liderazgo que ha mantenido por más de dos décadas. El desenlace de esta carrera definirá el rumbo de la industria a nivel global, en un momento donde cada movimiento es crucial.