En un giro estratégico que combina política y tecnología, China ha respondido de manera categórica a la reciente flexibilización estadounidense que permite la venta de GPU de inteligencia artificial de NVIDIA y AMD en su mercado. Pekín ha lanzado una campaña interna para limitar la utilización de estos chips, indicando a empresas estatales y privadas, así como a organismos gubernamentales, que eviten su compra e implementación en proyectos cruciales.
Directrices recientes señalan que ministerios y entidades chinas han recibido instrucciones claras: las GPU H20 de NVIDIA y los aceleradores Instinct de AMD, como el MI308, deben ser excluidos de las infraestructuras gubernamentales y sectores estratégicos. Aunque no se ha establecido una prohibición formal, las autoridades chinas justifican esta restricción bajo el pretexto de salvaguardar la “seguridad nacional” debido a potenciales “puertas traseras” en el hardware estadounidense, una sospecha no acompañada de evidencias públicas.
Esta decisión se produce justo después de que Washington autorizara la exportación de chips de inteligencia artificial con capacidades limitadas, bajo la premisa de que NVIDIA y AMD destinen un porcentaje de las ventas al gobierno de Estados Unidos. La respuesta de China busca, en efecto, neutralizar estas operaciones antes de que puedan generar beneficios significativos.
Detrás de esta maniobra, hay más que inquietudes de ciberseguridad. El gobierno de Xi Jinping está determinado a reducir la dependencia de proveedores extranjeros, fortaleciendo su industria nacional de semiconductores y apoyando a fabricantes como Huawei y Biren. No obstante, estas alternativas locales aún no alcanzan el rendimiento de los productos de NVIDIA y AMD, lo que podría ralentizar el avance de aplicaciones y modelos de inteligencia artificial en China.
La estrategia china guarda semejanza con el bloqueo estadounidense a Huawei, pero se presenta de manera más sutil. En ambos casos, el objetivo es el mismo: asegurar el control sobre la cadena de suministro y minimizar la exposición a tecnologías de adversarios geopolíticos.
Esta medida también podría tener ramificaciones para las propias empresas chinas, que podrían ver su competitividad internacional disminuida frente a rivales que sí cuenten con hardware más avanzado. Al mismo tiempo, debilita la presencia de NVIDIA y AMD en un mercado que ha sido clave para su crecimiento en el área de inteligencia artificial.
Si se confirma una caída significativa en la demanda desde China, las finanzas de estas empresas estadounidenses podrían verse afectadas, ralentizando el auge de la llamada “burbuja de la inteligencia artificial” en la industria tecnológica. En juego está no solo el acceso a chips de vanguardia, sino quién establecerá las reglas en la próxima era tecnológica.