China ha dado un paso trascendental en el ámbito de la computación cuántica al anunciar la actualización de su primera línea de producción de computadoras cuánticas superconductoras desarrolladas de forma independiente. Esta iniciativa, comunicada por el Centro de Investigación de Ingeniería de Computación Cuántica de Anhui, representa un avance fundamental en la consolidación de China como líder en esta tecnología emergente.
En el centro de este desarrollo se encuentra «Wukong», un chip cuántico superconductor de 72 qubits que ha sido clave en el desempeño de la computadora cuántica superconductora china «Origin Wukong». Jia Zhilong, subdirector del Laboratorio Provincial Clave de Chips de Computación Cuántica, destacó que el chip ha estado operando de manera estable durante los últimos nueve meses, demostrando su eficacia y fiabilidad.
El equipo de investigación está enfocado en la creación de una nueva generación de chips cuánticos que prometen un rendimiento mejorado, un mayor número de qubits y una estabilidad superior. Esta mejora no solo incrementará la capacidad de procesamiento, sino que también fortalecerá la posición de China en la carrera global por el dominio de la computación cuántica.
Asimismo, se está llevando a cabo una ampliación significativa de la capacidad de producción. La actual sala de ensamblaje, que puede ensamblar simultáneamente hasta cinco computadoras cuánticas, será expandida para satisfacer la demanda de al menos ocho unidades completas al mismo tiempo, lo que refleja la creciente demanda y el creciente ritmo de innovación dentro del sector.
Desde su puesta en marcha el pasado 6 de enero de 2024, «Origin Wukong», la tercera generación de computadoras cuánticas superconductoras desarrollada por China, ha realizado un total de 270.000 tareas cuánticas para usuarios de 133 países y regiones. Esto no solo evidencia el alcance global de la tecnología cuántica china, sino que también subraya su potencial para ser un actor dominante en el ámbito de la computación cuántica a nivel mundial.
Este conjunto de avances marca un hito en la trayectoria de China hacia la futura supremacía cuántica y abre un nuevo capítulo en la evolución de su capacidad tecnológica, prefigurando un impacto significativo no solo en su propio desarrollo científico, sino también en el progreso tecnológico global.