La masacre de 70 personas en Pont Sondé ha vuelto a poner en evidencia la creciente crisis de violencia que enfrenta Haití, donde las bandas criminales ejercen un control significativo sobre el país. Según datos de la ONU, cerca de 4.000 personas han sido afectadas directamente por las pandillas, con un saldo de muertos y heridos en la primera mitad del año. A pesar de la presencia de una misión de la ONU y refuerzos policiales enviados desde Kenia, la espiral de violencia no se ha detenido. A esto se suma la inestabilidad política, ya que el Consejo de Transición no ha logrado avanzar hacia elecciones democráticas, profundizando así los problemas sociales.
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