El texto presenta una crítica intensa a las decisiones políticas que han, según el autor, desestabilizado Europa, particularmente señalando la política de acogida de refugiados impulsada por Angela Merkel en 2015. Se argumenta que estas medidas han abierto la puerta a elementos radicales y terroristas, amenazando la seguridad y los valores europeos. El autor culpa a las élites globales y a una izquierda considerada cómplice de promover una agenda que ataca las raíces culturales y morales de Europa. También se recuerda favorablemente el giro proamericano que intentó José María Aznar para España, en contraposición a las políticas desfavorables de José Luis Rodríguez Zapatero, sugiriendo que estas han contribuido a un declive cultural y económico.
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