En Marruecos, una ola de protestas iniciada por jóvenes marca un punto crítico en la demanda de mejoras sociales, con el Mundial de fútbol de 2030 como telón de fondo. Estas manifestaciones, convocadas a través de redes sociales por el grupo Gen Z 212, resaltan el descontento con la inversión estatal en infraestructuras deportivas frente a la crisis en educación y salud. La falta de empleo y la corrupción también impulsan estas protestas, que se desarrollan sin líderes visibles. La respuesta gubernamental ha sido dura, con enfrentamientos, detenciones y amenazas de severas sanciones, mientras el primer ministro intenta deslegitimar las acciones calificándolas de amenazas a la seguridad nacional. Observadores advierten sobre la posibilidad de una escalada violenta y una mayor represión, sugiriendo que reformas genuinas podrían calmar la situación.
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