Lunes por la noche, las pantallas gigantes de Callao en Madrid proyectaban una cuenta atrás generando expectación. Rosalía, con pistas en redes sociales, movilizó a una multitud hacia Gran Vía y Preciados, alimentando rumores de un posible concierto sorpresa. Al llegar el momento, solo apareció una imagen de su nuevo disco, dejando a los fans entre la decepción y el sentimiento de haber sido protagonistas involuntarios de una estrategia publicitaria audaz. Este evento reflejó tanto el poder de atracción de Rosalía en la era de las redes sociales como su habilidad para mantener el misterio y el interés en torno a su música.
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