A menos de tres semanas de que Donald Trump asuma de nuevo la presidencia de Estados Unidos, surgen tensiones públicas entre sus aliados y Elon Musk, a quien el presidente electo había considerado para reformar la administración. Figuras destacadas del círculo de Trump, como la activista Laura Loomer y el exasesor Steve Bannon, han atacado a Musk, cuestionando su rol en la transición debido a su postura a favor de las visas H1-B, las cuales facilitan la entrada de trabajadores extranjeros especializados a EE.UU. Este debate sobre inmigración laboral ha intensificado las críticas personales hacia Musk, con Bannon llamándolo «crío» y deslizándose en una retórica nacionalista. Trump, por su parte, ha expresado su apoyo a los visados, matizando su anterior crítica y aludiendo a experiencias personales como empresario, pero mantiene ambigüedad sobre la influencia de Musk en su gobierno. La situación ilustra un conflicto interno entre las políticas pragmáticas y el discurso populista en el equipo de Trump.
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