Dalicer Cedeño, una joven venezolana residente en Madrid, combinaba sus estudios con su trabajo y asistía a clases vestida con mallas para optimizar su tiempo. Enamorada de la disciplina y de la ciudad que la acoge, Cedeño enfatiza la importancia del autoconocimiento, sugiriendo que sentarse y respirar son prácticas esenciales para este fin.
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