El Parlamento británico ha aprobado la nacionalización de British Steel, anteriormente bajo la propiedad de la empresa china Jingye, tras la sanción formal del rey Carlos III. La decisión, basada en la Ley de la Industria Siderúrgica (Medidas Especiales), busca evitar el cierre de altos hornos en Scunthorpe y proteger miles de empleos. La visita del primer ministro británico, Keir Starmer, a las instalaciones subrayó el discurso de defensa de los trabajadores como pilar de la industria. A pesar de las significativas inversiones de Jingye, la empresa enfrentaba graves dificultades financieras, atribuidas a aranceles elevados y costos ambientales, que amenazaban con la pérdida de 2,700 empleos. La medida nacionalizadora es considerada una respuesta a una década de declive manufacturero bajo gobiernos anteriores.
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