El creciente temor entre los cristianos de Alepo y Damasco no les ha impedido celebrar Santa Bárbara, en un intento por demostrar que la vida bajo control islamista puede mejorar. Sin embargo, las comunidades cristianas aún no superan el recuerdo de los terribles abusos sufridos en el pasado a manos de sus antiguos opresores, lo que alimenta la desconfianza y la incertidumbre respecto al futuro en estas convulsas regiones de Siria.
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