En el intestino humano, virus y bacterias forman una colaboración vital que contribuye a procesos esenciales como la digestión y el fortalecimiento del sistema inmunológico. Los bacteriófagos, virus que atacan bacterias, regulan el equilibrio bacteriano evitando desestabilizaciones. Esta interacción va más allá de la depredación, promoviendo la diversidad y resistencia del microbioma intestinal mediante la transferencia genética. Sin embargo, el equilibrio es frágil y puede alterarse por factores externos como la dieta o el uso excesivo de antibióticos, lo que lleva a condiciones como la disbiosis intestinal. La fagoterapia, una técnica que usa fagos para tratar infecciones bacterianas, surge como una respuesta ante la resistencia antibiótica. La dieta también juega un papel crucial en este equilibrio, favoreciendo la proliferación de bacterias beneficiosas o perjudiciales según sus componentes. Este complejo ecosistema no solo afecta la salud intestinal, sino que podría influir en el eje intestino-cerebro, impactando incluso el estado de ánimo y los niveles de ansiedad.
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