Daniel Ferrer: De la Timidez a la Voracidad en la Piscina

En la piscina se desenvuelve hábil y con descaro, aunque fuera de ella Daniel Ferrer es reservado, introvertido. En los últimos dos años ha ido rompiendo esa timidez jaleado por las medallas que ha ido acumulando, otorgándole una tremenda seguridad y fortaleciendo su vena competitiva. Doble subcampeón del mundo en 50 libre y en 50 espalda S3, el nadador catalán ha mudado la piel después de una etapa en la que meditó la retirada, incluso antes de haber alcanzado la élite. Con brazadas de constancia se ha consagrado entre los mejores de su categoría y como recompensa disputará en París sus primeros Juegos Paralímpicos.

“El cambio ha sido enorme. Llegó con tanto miedo e inseguridad que nos costó tres años de trabajo para que metiese la cabeza debajo del agua. Jamás imaginó que llegaría tan lejos, él pensaba que nunca podría hacer nada por su discapacidad”, afirma María Folgado, una de las personas que lo ha pulido en el Centro Natación Mataró. Ferrer nació en Badalona con tetraparesia espástica por falta de oxígeno durante el parto, una parálisis cerebral que causa espasticidad y rigidez en las cuatro extremidades: “El lado izquierdo lo tengo más afectado, con la pierna más corta que la otra. Cada vez me cuesta más caminar; en largas distancias me desplazo en silla de ruedas”.

Pese a su falta de movilidad, el joven barcelonés creció como uno más entre sus amigos, “nunca me dieron la espalda”. De pequeño le gustaba perseguir la pelota en el patio del colegio, “pero dejé el fútbol porque era muy malo”, admite entre risas. En el Institut Guttmann le recomendaron la natación como medio de rehabilitación y a los diez años llegó a las instalaciones del CN Mataró. “Empecé a nadar en ‘la cueva’, la pequeña piscina interior del centro en la que se inician los niños. Me costó un tiempo adaptarme, pero me encantó, fue una liberación ya que en el agua no encuentro limitaciones ni siento dolor en las articulaciones”.

El deporte acrecentó sus habilidades comunicativas con otros compañeros y su capacidad para lidiar con la frustración y las emociones. Aunque también tuvo que atravesar momentos difíciles debido a varias crisis de ansiedad. “Al principio no llevaba bien lo de las competiciones, me generaban mucha tensión y un día le comenté a María que ya no quería competir más. Afortunadamente me convencieron para continuar y estoy muy agradecido porque lo que estoy viviendo es espectacular, mejor de lo soñado”, comenta Ferrer. Una figura clave para no arrojar la toalla fue Jordi Gordillo, medallista paralímpico en tres Juegos (Sídney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008). A su lado en la piscina fue soltando ese miedo que lo atenazaba y llenando su mochila de autoconfianza.

“Me dije, ‘Si él pudo, yo también’. Es mi referente, me veo muy reflejado en él, me gusta copiar lo que hace dentro y fuera del agua, sigo sus pasos. Me encantaría tener al menos la mitad de su palmarés”, recalca Ferrer, cuya cocción como nadador ha sido a fuego lento. “Llegó al club siendo un niño, era un chaval súper retraído, costó mucho enseñarle a nadar, había que estar siempre encima de él. Ha tenido una progresión lenta, no quisimos correr porque podría haber sido perjudicial si le apretábamos ya que lo pasaba mal cuando sentía presión. Ahora le ocurre todo lo contrario, es muy competitivo, es disciplinado y técnicamente muy bueno, sabíamos que los resultados llegarían”, explica su entrenadora.

Tuvo que esperar hasta 2022 para debutar internacionalmente. No fue el estreno esperado, ya que apenas nadó una prueba en el Mundial de Madeira (Portugal) y dio positivo por Covid, pasando una semana encerrado en la habitación del hotel. Aquello sirvió de acicate para seguir trabajando y al año siguiente recogió sus frutos en el Mundial de Manchester, dando la sorpresa con dos medallas de plata. “Había merecido la pena todo el trayecto, el sufrimiento, los madrugones, las duras sesiones de entrenamiento”, asevera. En abril no pudo subir al podio en el Europeo de Madeira -fue quinto en dos pruebas-, pero dejó buenas sensaciones.

En unos días cumplirá otro anhelo, participar en sus primeros Juegos Paralímpicos. Aterriza en París henchido de confianza y motivación. “Es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista, quiero disfrutar cada momento. Lo que más ganas tengo de vivir es la ceremonia de inauguración, desfilar con el equipo español, durante muchas noches soñé con ello. Se lo debo a toda esa gente que ha estado detrás empujando, a mis padres, a mis compañeros y a mis entrenadores. Sin ellos no habría llegado tan lejos”, confiesa.

“Su principal baza es que compite muy bien, sabe aislarse de todo lo que le rodea y le da igual tener al lado al campeón paralímpico o del mundo. Está preparado para esta cita”, añade María Folgado. Ferrer, especializado en velocidad, figura entre los candidatos a las preseas en 50 espalda y en 50 libre S3. “En crol puedo rendir más y explotar mi potencial. Salgo siempre a por todas, con mucha ambición, con la filosofía de que el que trabaja consigue todo lo que se proponga. Me gustaría mucho estar en el podio, me da igual el color de la medalla. Con el crono en la mano, sé que puedo pelear por ellas, quiero hacer algo grande”. En la piscina, su timidez se transforma en bravura.

Fuente: Federación Andaluza de Deportes de personas con parálisis cerebral.

Cayetano Andaluz
Cayetano Andaluz
Periodista y redactor de noticias de actualidad sobre Andalucía y sus provincias. También información en general.

Compartir artículo:

Más popular

Más artículos como este
Relacionados

Alcanzar las semifinales: un logro extraordinario para la institución

Hansi Flick, entrenador del Barcelona, compareció ante los medios...

Denuncia de la hija de Maradona: Médicos manipulaban a la familia durante el tratamiento del astro

En un crítico pronunciamiento, los familiares arremetieron contra el...

Biden Arremete Contra los Recortes de Trump en su Primer Discurso Tras el Fin de su Mandato

El expresidente de Estados Unidos, Joe Biden, reapareció públicamente...