David Gómez ha vivido recientemente una experiencia que va más allá del simple arbitraje: ha sido testigo directo y protagonista de los Juegos Olímpicos de los Pequeños Estados, celebrados en Andorra. Este evento reunió a más de 1,000 deportistas de nueve países, entre los que se incluyen Andorra, Islandia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, Mónaco, San Marino, Chipre y Montenegro. Competidores de diversas disciplinas se congregaron, poniendo de manifiesto el valor del deporte en espacios menos mediáticos pero igualmente significativos.
Para David, su participación en estos juegos no se limitó a una función técnica o reglamentaria. La experiencia fue profundamente humana y emocional. “Mi experiencia ha sido muy positiva, muy parecida a unas Olimpiadas con la totalidad de los países”, afirma. El ambiente vibrante, con las banderas de cada nación ondeando, fue algo que lo conmovió. “Es algo que te llena como deportista, árbitro o simplemente como persona”, concluyó.
Más allá de su labor en la pista, Gómez tuvo la oportunidad de interactuar con árbitros de otras disciplinas, lo que describió como “muy interesante y enriquecedor”. Intercambiar experiencias, debatir decisiones o simplemente disfrutar de una conversación entre partidos enriqueció su enfoque profesional. “Eso también es crecer como profesional”, comenta.
La infraestructura del evento fue otro aspecto digno de destacar. Las instalaciones, ubicadas en un club amplio y cómodo, superaron las expectativas. La organización, el transporte y la planificación general fueron calificados como “impecables”. “Todo funcionaba a la perfección, era un entorno ideal para competir y disfrutar del deporte”, subraya.
Uno de los elementos más resaltantes de esta experiencia fue el espíritu de compañerismo que prevaleció en todo el certamen. Este ambiente de cooperación y amistad entre los participantes crea un contexto único que podría no contar con el mismo alcance mediático de eventos como los de Tokio o París, pero sí conserva el auténtico espíritu del olimpismo.
En resumen, esta experiencia fue tan poderosa que David Gómez no dudaría en repetirla, tanto por el ambiente internacional como por el compañerismo que se vivió. Los Juegos Olímpicos de los Pequeños Estados demuestran que el espíritu del deporte y la camaradería pueden florecer incluso en eventos de menor escala, mostrando que el deporte tiene el poder de unir a personas de diferentes culturas y antecedentes.
Fuente: Federación Andaluza de Tenis.