La instauración de la monarquía parlamentaria en España en 1978 marcó un hito en el proceso de transición del país hacia la democracia. Este cambio institucional se consolidó con la aprobación de la Constitución de 1978, que plasma la soberanía nacional y establece el marco legal bajo el cual se organiza y gobierna la nación. La Carta Magna, fruto del consenso político y social de la época, estableció las bases para el funcionamiento de un sistema democrático en España, en el cual la monarquía ejerce un papel representativo y simbólico dentro de un Estado de derecho.
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