En un contexto de declive de la práctica católica y crecimiento de las iglesias evangélicas en América Latina, el 21 de abril falleció el Papa Francisco I a los 88 años, concluyendo un pontificado de doce años marcado por sus críticas al capitalismo y su enfoque pastoral orientado hacia los más desfavorecidos. Francisco, el primer Papa jesuita y americano, intentó conectar con las realidades mundiales contemporáneas, aunque sin comprender del todo las complejidades geopolíticas, al igual que Juan Pablo II, quien hace dos décadas dejó un legado significativo en la caída del comunismo. Juan Pablo II, con su influyente figura, impulsó un cambio en Europa Oriental, pero se mostró reticente a reconocer las luchas de justicia social en Latinoamérica, como en el caso de monseñor Romero. Ambos pontífices, desde sus respectivos contextos y con sus decisiones, reflejan desafíos históricos y contemporáneos de la Iglesia católica en su misión de revitalización en un mundo cada vez más secularizado.
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