En su tradicional mensaje navideño, el Rey Felipe VI enfatizó la importancia de combatir la desafección social causada por la creciente tensión en el debate público. Sin embargo, sorprendió su decisión de omitir referencias a los casos de corrupción que han marcado la política española y de evitar cualquier comentario sobre su padre, el Rey emérito Juan Carlos I, cuya mención era anticipada por buena parte de la ciudadanía. La falta de alusión a estos temas críticos ha generado opiniones encontradas sobre el alcance del discurso real en el contexto socio-político actual.
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