El frágil alto el fuego entre Israel y Palestina, instigado en octubre por Donald Trump, enfrenta dificultades significativas dos meses después de su implementación. Con 383 palestinos y tres soldados israelíes muertos, y continuas violaciones diarias del cese de hostilidades, la tregua se tambalea. La primera fase del acuerdo, enfocada en el intercambio de prisioneros y la ayuda humanitaria, se halla estancada por disputas en los pasos fronterizos que frenan la llegada de ayuda esencial a Gaza. Con la segunda fase aún bloqueada, el plan sufre la falta de plazos y garantías, mientras la desconfianza y el temor a una reocupación fragmentan el progreso esperado. Las tensiones aumentan con el debate sobre el desarme de Hamás, considerado crucial para la retirada israelí. Endeavored por una mediación liderada por Qatar, la comunidad internacional se enfrenta a una encrucijada: avanzar sin comprometer la seguridad, mientras Trump y Netanyahu evalúan el peso político de sus decisiones.
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