El Vaticano, el estado más pequeño del mundo, opera como un potente centro espiritual y administrativo. Miles de personas trabajan allí para el funcionamiento de la Santa Sede en áreas como administración eclesiástica, seguridad, y gestión de recursos financieros. Aunque sus finanzas son notoriamente opacas, los sueldos de figuras como los cardenales generan curiosidad, oscilando entre 4.000 y 5.000 euros mensuales, complementados por beneficios como vivienda asequible y atención médica gratuita. Otros empleados, laicos y religiosos, reciben salarios más modestos que permiten una vida cómoda en el entorno vaticano, disfrutando también de privilegios adicionales. A pesar de la complejidad de su modelo financiero, la estructura salarial del Vaticano busca equilibrar compensación económica y beneficios espirituales.
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