Mientras Windows 11 sigue demandando recursos cada vez más robustos para ejecutar tareas básicas, Tiny Core Linux 16.2 emerge como un recordatorio de que un sistema operativo de escritorio puede ser sorprendentemente pequeño y aún así eficaz. La última versión de esta distribución minimalista requiere tan solo 23 MB para su edición con entorno gráfico, un espacio menor al que ocupan muchas fotografías tomadas con smartphones.
Esta edición de Tiny Core fue lanzada a finales de septiembre y mantiene la filosofía que la ha convertido en un referente clásico entre los sistemas ultraligeros: un núcleo mínimo, funciones adicionales como extensiones y la preferencia por ejecutar el sistema completo en RAM cuando es factible. Se presentan en tres variantes: Core, sin interfaz gráfica, que ocupa entre 11 y 17 MB según la versión; TinyCore, la edición “de escritorio” que llega a los 23 MB; y CorePlus, una imagen ligeramente mayor diseñada para instalaciones en pendrive y para facilitar el arranque con diferentes escritorios o hardware.
La esencia de Tiny Core Linux es ofrecer una base efectivamente pequeña sobre la cual el usuario puede construir únicamente lo que necesita, en contraste con otras distribuciones que optan por ser «completas de fábrica». En su configuración estándar, Tiny Core incluye un kernel Linux actualizado (serie 6.12 en las compilaciones actuales), un conjunto de herramientas fundamentales empaquetadas con BusyBox, un servidor gráfico mínimo y un entorno de escritorio ligero basado en FLTK/FLWM. Sin embargo, no viene con un navegador web preinstalado ni soporte multimedia avanzado, y los drivers adicionales, herramientas de red más avanzadas o suites ofimáticas se añaden como extensiones opcionales.
A pesar de su modesto tamaño, Tiny Core no es una simple demostración; es un proyecto bien mantenido que proporciona un arranque muy rápido, especialmente cuando se ejecuta desde la memoria RAM. Su filosofía se adapta bien a varios escenarios prácticos, como revivir hardware muy antiguo, operar en sistemas embebidos o appliances, servir como entorno de rescate o para laboratorios donde es crucial controlar al detalle qué elementos están instalados.
En comparación con otras distros ligeras como SliTaz o Slax, Tiny Core lleva al extremo la idea de «base mínima más extensiones», dirigida a usuarios con experiencia que no temen enfrentarse a la línea de comandos.
Este enfoque minimalista también ofrece un contraste evidente frente a sistemas pesados como Windows 11, que ocupan decenas de gigabytes y cargan múltiples servicios en segundo plano, haciendo que equipos con especificaciones robustas puedan sentirse lentos. Tiny Core demuestra que gran parte de la complejidad y recursos demandados por los sistemas actuales responden a decisiones de diseño, no a necesidades técnicas ineludibles.
Definido como un «sistema de escritorio gráfico ultra pequeño y nómada», Tiny Core Linux permite al usuario decidir dónde y cómo almacenar sus aplicaciones y datos. El proyecto promueve aprender Linux desde sus fundamentos, compartir conocimientos y construir entornos ajustados a necesidades específicas sin peso extra.
Este no es un sistema para quienes buscan una alternativa fácil y similar a Windows, pero es un poderoso recordatorio de la capacidad de Linux de ofrecer un sistema funcional y eficiente con apenas unos megabytes, ideal para administradores y amantes del control absoluto sobre sus entornos digitales.








