Arqueólogos descubrieron en Çatalhöyük, Turquía, el que podría ser el pan más antiguo del mundo, datado en unos 8,600 años. Este hallazgo sorprende al trasladar el origen del pan fermentado, que se creía originario de Egipto hace 4,500 años, a una de las primeras ciudades neolíticas. Encontrado en un horno colapsado y cubierto con arcilla, el pan se ha mantenido en buen estado de conservación gracias a las condiciones del entorno. Análisis revelaron restos de almidón, aire y químicos típicos de la fermentación, junto con partículas de trigo, cebada y guisantes, confirmando su autenticidad. Este descubrimiento redefine la historia de la fermentación, mostrando cómo antiguas prácticas en la elaboración de pan eran sofisticadas mucho antes de lo que se pensaba.
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