Un fruto seco popular en la dieta moderna, el anacardo, aunque vendido como «natural», pasa por un procesamiento necesario para eliminar su cáscara tóxica, asegurando su seguridad para el consumo humano. Originario del noreste de Brasil y llevado a India por marineros portugueses en el siglo XVI, el anacardo se ha convertido en un ingrediente codiciado, con más del 90% de su cosecha consumida en Estados Unidos. Su cultivo prospera en trópicos con suelos arenosos. Además de su uso alimenticio, este fruto seco tiene aplicaciones industriales gracias a su cáscara, que puede emplearse en productos como pinturas y lubricantes. Con un perfil nutricional de 21% de proteínas, 46% de grasas y 25% de hidratos de carbono, los anacardos ofrecen beneficios significativos si se consumen de manera adecuada, lejos de frituras o adiciones de sal que pueden comprometer la salud.
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