Las autoridades de Israel han impedido recientemente la entrada al país de varios individuos acusados de propagar discursos de odio en su contra. Esta decisión se enmarca en una política cada vez más restrictiva por parte del gobierno israelí para frenar lo que consideran ataques verbales que incitan a la violencia o al antisemitismo. Las medidas, que han generado debate en la comunidad internacional, buscan salvaguardar la seguridad interna, aunque han sido criticadas por organizaciones de derechos humanos que advierten sobre posibles violaciones a la libertad de expresión.
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