Dominio Geopolítico del Petróleo: Récord de Consumo, OPEP+ Incierta y Transición Energética en Tensión

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La Fusion de la Inteligencia Centros de Datos y la

En un momento en que la transición hacia fuentes energéticas más limpias y sostenibles se sitúa en el centro del debate global, la persistente realidad del petróleo continúa desafiando las expectativas de cambio. Según datos presentados en un reciente webinar del Council on Foreign Relations (CFR), el mundo consume más de 100 millones de barriles diarios y, lejos de disminuir, la demanda está en ascenso, especialmente impulsada por el mercado asiático. Esta situación destaca la complejidad de la transición energética y sus implicaciones geopolíticas.

Para satisfacer esta gigantesca demanda diaria, no solo es necesario extraer el petróleo, sino también transportarlo, refinarlo y distribuirlo. Esta cadena logística planetaria se ve intrínsecamente ligada a factores geopolíticos, donde decisiones como sanciones, acuerdos bilaterales y políticas de los países productores pueden afectar directamente la estabilidad de los mercados y la inflación.

Un ejemplo reciente de esta influencia es el recorte de producción anunciado por la OPEP+, que incluye a algunos países no tradicionales como Rusia. Este recorte subrayó la dependencia de los mercados energéticos globales, recordando que incluso un ajuste modesto puede tener repercusiones significativas en precios e inflación. Con las economías enfrentando la posibilidad de una desaceleración o recesión, el encarecimiento de la energía representa una presión adicional sobre las empresas y las familias, complicando así el trabajo de los gobiernos para mantener el crecimiento económico sin elevar el déficit.

Por otro lado, Rusia ha desviado parte de su producción hacia mercados asiáticos como China e India, tras las sanciones europeas. Aunque esta maniobra ha reconfigurado el mapa de compradores, creando nuevas rutas y dependencias, no elimina los problemas existentes, sino que transforma y complejiza la estructura de suministro global.

En el equilibrio de poder energético, los grandes productores como Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia continúan dominando, pero no siempre coinciden con los principales consumidores, lo que añade una capa adicional de tensión al escenario global. Países como China, que han incrementado su demanda de petróleo, pueden influir sustancialmente en los precios, mostrando la baja elasticidad de este mercado; mientras que subir la producción requiere tiempo, un ajuste a la baja puede ser decidido rápidamente en reuniones.

Importante es recordar que el petróleo no solo se usa para el transporte; es también un componente esencial para la petroquímica, plásticos y fertilizantes, por lo que su demanda se mantiene relativamente estable incluso en tiempos de crisis como la pandemia de COVID-19. Esto resalta la dificultad de reducir rápidamente su consumo a nivel global.

En referencia a la transición energética, el webinar destacó que aunque las renovables y la electrificación están ganando terreno, su avance no es lo suficientemente veloz para compensar el crecimiento de la demanda en regiones que necesitan más energía. África, por ejemplo, enfrenta el desafío de expandir el acceso a la energía de manera sostenible, mientras que la financiación internacional evita proyectos basados en combustibles fósiles, lo que provoca debates sobre equidad y soberanía energética.

Asimismo, las relaciones históricas, como el intercambio de «petróleo por seguridad» entre Estados Unidos y Arabia Saudí, están evolucionando. En un entorno geopolítico más multipolar, Arabia Saudí se comporta con mayor autonomía, lo que añade incertidumbre a los mercados globales, destacando la importancia de entender las dinámicas actuales de poder en el sector energético.

Respecto a la energía nuclear, aunque se plantea como una posible solución de cero emisiones, su implementación varía significativamente entre países, complicando una planificación uniforme y afectando la estabilidad de los precios de la energía. Así, la transición energética se perfila como un proceso complejo y dispar, en el cual la coordinación internacional y las políticas nacionales deberán alinearse para enfrentar los retos del futuro energético global.

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