En su visita a Dearborn, Michigan, Donald Trump prometió una paz en Oriente Medio distinta a la del actual gobierno de Estados Unidos, ganando inesperadamente el apoyo de líderes árabes locales ante las tensiones en Gaza y el firme respaldo de la administración Biden a Israel. Este respaldo ha unido, paradójicamente, a facciones opuestas. Durante su campaña, Trump ha dejado claro su apoyo a Israel, sugiriendo un margen de maniobra amplio para las políticas anexionistas en Cisjordania y una presión renovada sobre Irán. Su relación con los monarcas del Golfo es crucial, y busca la normalización entre Israel y Arabia Saudí como prioridad. Si bien su enfoque puede variar, su nuevo mandato podría alterar ciertos equilibrios, manteniendo una política firme y tal vez más agresiva en la región, en línea con su administración anterior.
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