La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos ha revelado planes para imponer nuevas restricciones con el objetivo de proteger la infraestructura crítica de conectividad internacional. En esta ocasión, se busca evitar que equipos de empresas chinas como Huawei, ZTE, China Telecom y China Mobile formen parte de los cables submarinos que conectan al país con el mundo. La medida responde a preocupaciones crecientes sobre ciberataques y espionaje.
Brendan Carr, comisionado de la FCC, afirmó que China representa una «amenaza real» para la seguridad de estas infraestructuras, esenciales tanto para comunicaciones civiles como para funciones gubernamentales y militares. Actualmente, el tráfico internacional de datos depende en gran medida de más de 400 cables submarinos, muchos de ellos relacionados con empresas tecnológicas globales. Frente a esto, Estados Unidos busca minimizar riesgos mediante normativas más estrictas sobre tecnología y proveedores considerados poco fiables.
Esta postura de precaución no es nueva. En 2020 ya se bloqueó la operativa de cables que iban a conectar Estados Unidos con Hong Kong. En 2024, la FCC intensificó su campaña de regulación sobre tecnología extranjera en redes submarinas, examinando con mayor escrutinio a proveedores ligados a gobiernos adversarios. Un incidente en Taiwán en 2023, donde se atribuyó a buques chinos el corte de cables que conectaban islas con el continente, ha reforzado las preocupaciones de Washington sobre posibles sabotajes.
El enfoque estricto de Estados Unidos también ha resonado en Europa, donde países como España han reducido su dependencia de fabricantes como Huawei, conforme a recomendaciones de organismos de ciberseguridad. Episodios recientes en el Mar del Norte y el Mediterráneo también han llevado a las autoridades europeas a examinar más de cerca la procedencia de los equipos para estas infraestructuras.
El control sobre los cables submarinos no solo es una cuestión técnica, sino también estratégica. En un entorno digitalmente interconectado, dominar estas infraestructuras significa controlar el flujo de información. Estados Unidos busca limitar la influencia china en estos sistemas como parte de una estrategia más amplia que apunta a la protección y soberanía digital. Al mismo tiempo, China expande su red de cables submarinos en colaboración con varios países de África, Asia y América Latina, en un esfuerzo que evidencia la creciente competencia por la conectividad global.