La Administración Trump ha intensificado su enfoque en la creciente tensión tecnológica con China, ampliando medidas que afectan tanto al software como al hardware, en un conflicto geopolítico que podría transformar el futuro de la inteligencia artificial a nivel global.
De acuerdo con información proporcionada por fuentes de The New York Times, se contempla la posibilidad de prohibir el uso del chatbot de inteligencia artificial DeepSeek en todo el territorio de Estados Unidos. Este programa, uno de los más sofisticados surgidos en China, podría enfrentarse a un veto oficial en aras de restringir el avance tecnológico asiático. Esta iniciativa se sumaría a las restricciones vigentes, que impiden la exportación de chips de alto rendimiento, como las GPU NVIDIA H20, hacia China.
La estrategia no solo busca limitar el hardware extranjero, sino que pone en la mira al software y a empresas estadounidenses. El Congreso estadounidense ha abierto una investigación contra NVIDIA, señalando que, indirectamente, facilitó el desarrollo de DeepSeek mediante la venta de tecnología avanzada en Asia, lo cual podría ser una infracción de las normativas de exportación tecnológica sensible.
La inteligencia artificial es vista cada vez más como un asunto de seguridad nacional en Washington. Los avances chinos en este campo se consideran un desafío directo al liderazgo estadounidense. La administración Trump teme que sin limitar el acceso de China a tecnologías cruciales, el país asiático pueda superar las capacidades estratégicas de Estados Unidos, particularmente en áreas como el diseño de armas autónomas o el establecimiento de redes de vigilancia.
NVIDIA, en el ojo del huracán, ha sido fundamental en el desarrollo de modelos de IA en todo el mundo, especialmente debido a sus GPUs líderes en el mercado. La investigación congresual podría marcar un precedente al implicar a una compañía estadounidense en el avance tecnológico de un rival estratégico.
Mientras que DeepSeek asegura operar actualmente con hardware de Huawei, es sabido que sus primeras versiones se entrenaron con el equipamiento de NVIDIA, antes de las restricciones actuales. Esta situación pone de manifiesto la paradoja de los intentos por contener a China, ya que podría estar acelerando la independencia tecnológica del país asiático. Los esfuerzos de China en el desarrollo de su propio ecosistema tecnológico podrían, irónicamente, haberse visto beneficiados por las restricciones occidentales.
El posible veto a DeepSeek no solo afectaría su disponibilidad en Estados Unidos, al ser retirada de plataformas como App Store y Google Play, sino que también reforzaría la prohibición de su uso en dispositivos gubernamentales. Este paquete de medidas subraya un mensaje claro de Estados Unidos: no se permitirá que tecnologías estratégicas se desarrollen o empleen sin un control estricto dentro de sus fronteras.
En definitiva, la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China no muestra señales de cesar. La inteligencia artificial se posiciona como una pieza clave en este tablero global, donde están en juego no solo ventajas económicas, sino también control geopolítico, influencia sobre datos y poder militar. El caso de DeepSeek y la presión sobre NVIDIA son apenas capítulos en una narrativa que podría definir el futuro digital del mundo.
Así, la lucha por la supremacía en inteligencia artificial sigue cruzando nuevas fronteras, y la tecnología ha dejado de ser un campo neutral para convertirse en una herramienta estratégica de poder. Este conflicto, decidido cada vez más en despachos gubernamentales y comités legislativos, promete ser un desafío que moldeará el devenir del siglo XXI.
