En un sorprendente giro en la dinámica de la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, la administración de Biden ha decidido levantar las restricciones que habían sido impuestas a la exportación de software de automatización de diseño electrónico (EDA) hacia el mercado chino. Este movimiento estratégico forma parte de un acuerdo comercial con el cual ambas naciones buscan mitigar las tensiones crecientes. A cambio, China se ha comprometido a flexibilizar el control sobre la exportación de tierras raras, esenciales para la industria tecnológica global.
El Departamento de Comercio de EE. UU. comunicó a empresas como Synopsys, Cadence Design Systems y Siemens EDA que ya pueden operar en China sin necesidad de obtener licencias gubernamentales. Esta medida representa un alivio significativo para las firmas tecnológicas, ya que permitirá a los fabricantes de chips chinos reanudar el uso de herramientas avanzadas para sus diseños.
El levantamiento de restricciones no es resultado de un cambio ideológico o de una mejora en las relaciones bilaterales, sino de una necesidad estratégica urgente. Desde mayo, China había intensificado el control sobre la exportación de tierras raras, materiales cruciales para la fabricación de productos como chips, turbinas eólicas y baterías. Con China dominando aproximadamente el 90% del suministro global de estos minerales, Estados Unidos se vio obligado a renegociar.
En virtud del acuerdo, las empresas estadounidenses también podrán exportar motores de aviación y etano, esencial en la producción de plásticos. Beijing, por su parte, acelerará la emisión de permisos de exportación para estos minerales críticos, lo cual permitirá que las industrias dependientes en EE. UU. mantengan su capacidad de producción.
Para China, el acceso restaurado a herramientas de empresas como Cadence, Synopsys y Siemens representa una victoria simbólica y estratégica. Las firmas chinas podrán reactivar proyectos de chips y mejorar su competitividad tecnológica. Aunque China ha trabajado en desarrollar su propio ecosistema EDA con empresas como Empyrean, aún está lejos de alcanzar el nivel de sofisticación de sus homólogos occidentales.
El impacto del anuncio en los mercados fue inmediato. Las acciones de Synopsys y Cadence subieron hasta un 6% en Wall Street, mientras que Siemens AG experimentó un aumento del 3% en la bolsa alemana. Esto es especialmente significativo dado que el mercado chino representa un 16% y un 12% de los ingresos de Synopsys y Cadence, respectivamente.
Uno de los aspectos más destacados del acuerdo es el precedente que establece al utilizar por primera vez los controles de exportación como herramienta negociable, un espacio históricamente no negociable por razones de seguridad nacional. Este cambio podría influir en futuras negociaciones con otros países.
En conclusión, el pacto entre Estados Unidos y China subraya la interdependencia tecnológica inevitable entre estas dos superpotencias. A pesar de los actuales roces, el contexto económico global impulsa a ambas partes a buscar puntos de acuerdo. La reapertura del mercado de software EDA supone un respiro para el sector de semiconductores, mientras que la competencia tecnológica sigue en pie. Pekín ha reforzado su autonomía tecnológica, mientras Washington, consciente de su dependencia de las tierras raras, ha optado por un enfoque pragmático. Así, silicio y minerales ganan otra batalla en esta compleja diplomacia.
