Sony ha realizado un anuncio trascendental que marcará un hito en la historia de la tecnología de consumo: a partir de febrero de 2025, cesará la producción de discos Blu-ray, MiniDisc, MD Data y Mini DV Cassette. Este movimiento simboliza el final de una era en la que los medios físicos eran esenciales en la distribución de contenido, y deja en manifiesto el avance imparable hacia modelos de consumo digital.
Desde la década de los 80, los formatos físicos han sido protagonistas en la evolución del consumo mediático. El Compact Disc (CD), lanzado en 1982 conjuntamente por Sony y Philips, revolucionó la industria musical al ofrecer audio digital de alta calidad. Le siguió el MiniDisc en 1992, también de Sony, proporcionando una opción portátil y duradera, aunque finalmente fue superado por los CDs y los formatos MP3.
El DVD, introducido en 1995 por empresas como Toshiba, Philips y Sony, marcó un parteaguas al sustituir al VHS, redefiniendo el cine en casa con su superior capacidad de almacenamiento. Más tarde, el Blu-ray, desarrollado por Sony en 2006, se posicionó como el estándar para videos en Full HD y 4K, aunque su auge fue efímero, ya que comenzó a perder terreno frente al vertiginoso avance del streaming.
La retirada de Sony de la producción de estos formatos no fue una sorpresa total. La compañía había comenzado a manifestar sus intenciones previamente, como en 2024, cuando suspendió la producción de ciertos modelos de discos Blu-ray. Ahora, la firma japonesa ha decidido enfocarse plenamente en tecnologías digitales y servicios en la nube.
Esta decisión está impulsada principalmente por la disminución de la demanda y la ineficacia de estos formatos para alcanzar los objetivos comerciales. La tendencia del mercado hacia lo digital, especialmente en plataformas de streaming, ya había puesto en jaque a los formatos físicos. Un ejemplo fue la salida de LG del mercado de reproductores de Blu-ray en 2024, un presagio del camino que seguirían otras grandes compañías.
Este tránsito hacia lo digital no solo representa un avance tecnológico, sino también un cambio cultural. Durante largos años, la experiencia de poseer discos físicos de música, películas o videojuegos fue parte integral de la experiencia de consumo. Estos discos ofrecían una sensación de propiedad tangible que las versiones digitales no pueden reemplazar por completo. Además, el cambio plantea interrogantes sobre la verdadera propiedad del contenido, ya que al adquirir licencias digitales, los consumidores quedan sujetos a las condiciones del proveedor.
Con la eliminación de los formatos físicos, también se incrementan los riesgos asociados con la dependencia de servicios en la nube. Esto coloca a los consumidores bajo amenazas como el «vendor lock-in», o bloqueo por proveedor, donde la capacidad de migrar contenido entre plataformas puede estar severamente restringida.
Mientras Sony cierra este capítulo fundamental, el legado de los formatos físicos perdura como cimientos de la industria actual, estableciendo estándares de calidad que aún se reflejan en las plataformas modernas. Aunque la digitalización parece irreversible, el resurgimiento del interés por el vinilo en los últimos años sugiere que quizá los formatos físicos puedan tener una segunda oportunidad en el futuro. Sin embargo, en este momento, el camino evidente es hacia un futuro completamente digital. Sony, al tomar esta decisión, no solo cierra una página de su historia, sino que deja un legado tecnológico que será recordado por generaciones.