La Administración Trump enfrenta desafíos logísticos y financieros en su ambiciosa meta de deportar a un millón de inmigrantes indocumentados en un año, cantidad que supera ampliamente los promedios de deportación anteriores. A pesar de un aumento en los arrestos migratorios, las expulsiones no han seguido el mismo ritmo debido a obstáculos como recursos limitados, la saturación de los tribunales y la disponibilidad de centros de detención. Aunque se están negociando acuerdos con varios países para aceptar deportados y se ha propuesto una multa para incentivar la autodeportación, el número sigue siendo cuestionado por su arbitrariedad y las dificultades para alcanzarlo. En ausencia de estadísticas oficiales, persiste la opacidad en los datos, alimentando la controversia sobre la viabilidad de los planes migratorios de Trump.
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