La subida del nivel del mar, consecuencia directa del cambio climático, comienza a amenazar no solo a las comunidades costeras, sino también a infraestructuras críticas de la red de Internet en Estados Unidos. Investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad de Oregón han identificado que, sin medidas de mitigación, buena parte de estas infraestructuras podrían quedar bajo el agua en un futuro cercano.
El estudio revelado, titulado «Lights Out: Climate Change Risk to Internet Infrastructure», prevé que en solo 15 años alrededor de 1.186 millas de cables de fibra óptica de largo alcance y 2.429 millas de fibra metropolitana, junto a más de 1.100 centros de datos y puntos de acceso, podrían estar sumergidos. Los cables terrestres, a diferencia de los submarinos, no están diseñados para soportar la exposición continua al agua, lo que podría provocar graves interrupciones del servicio.
Las áreas más afectadas incluyen las zonas metropolitanas críticas como Nueva York, Miami y Seattle. En Nueva York, se prevé que 46 puntos de presencia, 43 centros de datos y 8 puntos de intercambio de Internet podrían estar en riesgo. Las redes de empresas como CenturyLink, Inteliquent y AT&T son especialmente vulnerables debido a su extensión en las costas.
El problema se extiende más allá de los centros de datos, afectando también los desembarques de cables submarinos, cuya importancia para la conectividad global es crítica. La vulnerabilidad de estos puntos añade una preocupante dimensión geopolítica al problema.
Los investigadores proponen medidas como reubicar infraestructuras críticas, rediseñar redes con rutas alternativas y aplicar estrategias de mitigación basadas en el refuerzo físico y la redundancia. Además, enfatizan la necesidad de considerar el riesgo climático en futuros despliegues de infraestructura, al igual que se contemplan costos y demandas de mercado.
Ante la estimación de un aumento del nivel del mar de entre 30 y 60 centímetros para 2030, y el incremento de fenómenos meteorológicos extremos, la acción inmediata es urgente. La infraestructura de Internet no está preparada para una inmersión continua, y sin medidas adecuadas, la conectividad global podría quedar comprometida, acelerando una potencial fragmentación de Internet. La respuesta a esta amenaza debe ser rápida y efectiva para salvaguardar el funcionamiento de la red mundial.